1. Agenda 2030 de las Naciones Unidas y ODS: conceptos de sostenibilidad y ejemplos de prácticas sostenibles en las comunidades
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas en 2015, representa un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de paz y prosperidad para 2030. La Agenda se basa en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), respaldados por 169 metas específicas.
Si bien los ODS tienen un alcance mundial, su éxito depende de la acción local. Aunque el turismo contribuye al progreso en múltiples ámbitos, se hace referencia explícita a él en tres ODS: los objetivos 8, 12 y 14.
ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico: El turismo es un importante motor económico mundial que genera puestos de trabajo, ingresos y oportunidades empresariales.
ODS 12: Consumo y producción responsables: El turismo fomenta un enfoque más consciente del uso de los recursos, tanto por parte de los proveedores como de los consumidores.
ODS 14: Vida submarina: El turismo costero y marítimo está profundamente relacionado con la salud de los océanos y los ecosistemas marinos. La protección de la vida marina garantiza que las comunidades costeras puedan seguir dependiendo de estos ecosistemas para su alimentación, el turismo y su identidad cultural.
Ahora piense en su propia ciudad: seguramente hay algún ejemplo de cómo el turismo ayuda a poner de relieve el patrimonio cultural inmaterial. Algunos ejemplos podrían ser: festivales, folclore, artesanía y cocina tradicional. Los visitantes participan en experiencias auténticas, mientras que los habitantes del lugar se benefician de la creación de empleo y de la oportunidad de transmitir las tradiciones (apoya los ODS 8, 11 y 12).
Una vez más, piensa si hay algún ejemplo que incluya el elemento digital. Por ejemplo: plataformas digitales para compartir historias, promover productos turísticos y vender artículos hechos a mano en todo el mundo. Esto aumenta la visibilidad, amplía los mercados y fomenta la inclusión digital (ODS 9, 10 y 17).
2. Desarrollo sostenible y comunidades rurales. Relación entre las prácticas culturales locales y la sostenibilidad
El desarrollo sostenible, tal y como se define en el famoso Informe Brundtland (1987), es «el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».
Como se puede ver en esta definición, el desarrollo sostenible debe estar profundamente arraigado en el contexto local. El turismo cultural y la producción de artesanía tradicional o alimentos regionales abren nuevas oportunidades económicas que diversifican las fuentes de ingresos rurales. Estos sectores suelen basarse en actividades a pequeña escala y de bajo impacto, más compatibles con el desarrollo sostenible.
El desarrollo rural eficaz requiere asociaciones intersectoriales: entre las autoridades públicas, las empresas privadas, la sociedad civil y los propios residentes. Además, la colaboración entre generaciones garantiza la preservación de los conocimientos tradicionales, al tiempo que se adoptan las ideas y tecnologías que emplean los más jóvenes. Esta inclusividad también fomenta la apropiación local de las iniciativas, lo que hace que los proyectos sean más duraderos y tengan mayor impacto. .
Como sabes, las personas que viven en zonas rurales tienden a establecer vínculos más fuertes con sus vecinos y a crear un sentido de comunidad, por lo que es fundamental crear espacios y mecanismos para el diálogo y la creación de redes. Estos pueden incluir plataformas cooperativas, grupos de desarrollo local, alianzas regionales para el patrimonio y comunidades digitales. Fomentar la comunicación entre las partes interesadas rurales ayuda a romper el aislamiento social, fomenta la colaboración y alinea los esfuerzos hacia objetivos comunes.
La innovación no solo tiene que ver con la tecnología, sino también con la búsqueda de formas creativas de adaptar las prácticas tradicionales a la realidad actual. La innovación surge a veces de la intersección entre el patrimonio cultural y las herramientas digitales. Al integrar los conocimientos culturales con la tecnología, las comunidades pueden preservar y promover estilos de vida sostenibles arraigados en la sabiduría tradicional. Iniciativas como la narración digital, las ventas online, las visitas culturales virtuales y la educación patrimonial a distancia empoderan a las comunidades rurales para compartir su identidad con el mundo.
3. Integración con la economía local. Cómo el turismo cultural puede impulsar el desarrollo rural.
El turismo cultural ofrece a las zonas rurales una vía para diversificar sus economías. En lugar de sustituir los medios de vida rurales existentes, los complementa integrando la expresión cultural en las experiencias turísticas. Los agricultores, los artesanos y los portadores de tradiciones pasan a formar parte de una cadena de valor más amplia que sirve a los intereses de los viajeros con curiosidad cultural. La apertura de alojamientos como casas para huéspedes o albergues ecológicos, así como de servicios auxiliares como catering, transporte, visitas guiadas y producción de recuerdos, puede crear una economía turística local que fomente el espíritu empresarial y genere puestos de trabajo con diferentes niveles de cualificación.
Una de las características distintivas del turismo cultural es su potencial para estimular la colaboración entre entidades locales. Al trabajar juntos, ya sea como proveedores de turismo, anfitriones, artistas o productores, los miembros de la comunidad crean conjuntamente valor económico y social, lo que fomenta un desarrollo más equitativo. De esta manera pueden encontrar funciones adecuadas para sus habilidades e intereses, lo que mejora la inclusión y la cohesión.
Uno de los retos más acuciantes del desarrollo rural es la migración de los jóvenes. En el marco del turismo cultural, los jóvenes emprendedores pueden encontrar oportunidades en el marketing digital, el turismo, la planificación de eventos o el agroturismo, al tiempo que tienen la opción de trabajar en negocios sostenibles que reconocen el patrimonio local.
Los turistas culturales suelen ser ávidos consumidores de productos locales, ya sean artesanías, conservas caseras, cereales tradicionales o vinos regionales. Al destacar estos productos dentro de la experiencia turística, los agricultores y productores locales pueden acceder a nuevos mercados y ampliar su base de clientes. Esto puede incluir la venta directa a los visitantes, la participación en mercados agrícolas o la colaboración con restaurantes y proveedores de alojamientos.