La «gestión colaborativa» significa que diferentes personas y grupos comparten la responsabilidad de tomar decisiones y cuidar los recursos juntos. A diferencia del antiguo enfoque verticalista, este enfoque da a las comunidades locales el poder de apropiarse y proteger realmente su patrimonio, contribuyendo a su perdurabilidad a largo plazo. Si piensas en cómo interactúas con tus vecinos u otros miembros de tu comunidad, te darás cuenta de que las relaciones basadas en conexiones horizontales entre pares y una lógica de trabajo democrática ayudan a alcanzar objetivos comunes por el bien de la comunidad.
Por otro lado, con el tiempo, la idea de patrimonio cultural ha crecido mucho y ahora se necesitan expertos de muchos campos que trabajen juntos para proteger tanto los elementos tangibles (como edificios o artefactos) como los intangibles (como tradiciones o historias).
Un gran paso adelante fue la introducción del Patrimonio Cultural Mundial en las políticas de Desarrollo Sostenible de la UNESCO de 2015. Este hecho integró el concepto de sostenibilidad en la forma en que conservamos y gestionamos el Patrimonio Mundial, dejando claro que la protección del patrimonio cultural y natural debe entrar dentro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), tal y como establece la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Utilizando esta política global como guía, independientemente del tipo de patrimonio que gestiones (material o inmaterial, natural o cultural, local o regional), te indicaremos las ideas principales que debes tener en cuenta para una gestión exitosa del patrimonio.
De hecho, las políticas de la UNESCO se estructuran en torno a cuatro dimensiones clave que pueden ser útiles para reflexionar sobre la metodología participativa que se desea aplicar para gestionar el patrimonio. Estas son:
- Desarrollo social inclusivo: promover la participación activa de las comunidades locales en la gestión de los territorios, respetar los derechos humanos, las culturas indígenas, y la equidad intergeneracional.
- Desarrollo económico sostenible: fomentar actividades económicas compatibles con la conservación del patrimonio, como el turismo responsable, la artesanía local y la agricultura sostenible.
- Sostenibilidad medioambiental: hacer hincapié en la protección de la biodiversidad, el uso responsable de los recursos naturales y la resiliencia al cambio climático.
- Paz y seguridad: reconocer el patrimonio como una herramienta para el diálogo intercultural, la cohesión social y la prevención de conflictos.
Estas políticas de la UNESCO tienen como objetivo orientar a los Estados, hacia un enfoque integrado en el que la conservación del patrimonio y el desarrollo sostenible se refuercen mutuamente. Entre los ejemplos de éxito figuran las asociaciones entre municipios y asociaciones locales que garantizan que los sitios culturales sigan siendo activos y relevantes tanto para los locales como para los visitantes. Los ecomuseos podrían ser un ejemplo práctico de buenas prácticas en este ámbito, ya que trabajan involucrando a las comunidades locales en el cuidado y la mejora del patrimonio, con la participación de las partes interesadas a diferentes niveles (local, nacional o incluso internacional).