Valorar el patrimonio cultural inmaterial (PCI) significa algo más que simplemente registrarlo: se trata de ayudar a las comunidades a continuar, adaptar y recrear sus tradiciones. Como afirma la UNESCO (2003), el PCI «es recreado constantemente por las comunidades y los grupos en respuesta a su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia». Para apoyar verdaderamente al PCI, este debe incluirse en la educación, el turismo sostenible, la planificación cultural local y el uso responsable de herramientas digitales de fácil acceso.
Hoy en día, el PCI se enfrenta a varios retos, como es el abandono de las zonas rurales, las tendencias culturales globales, la pérdida de conocimientos transmitidos de generación en generación y la invisibilidad de las prácticas tradicionales, especialmente en las zonas rurales y marginadas. En respuesta a ello, muchas comunidades están tomando medidas a través de iniciativas como:
- Organizar talleres intergeneracionales en los que las personas mayores compartan sus conocimientos con los jóvenes en escuelas, espacios culturales o eventos locales.
- Organizar festivales comunitarios que combinen actuaciones, ferias de artesanía y conocimientos, y comida tradicional.
- Crear rutas culturales y de ecoturismo que se centren en las prácticas rurales, las tradiciones orales y los paisajes culturales.
- Construir bancos de memoria digital con la comunidad para recopilar historias, canciones, habilidades y testimonios.
- Promover actividades de aprendizaje basadas en el PCI local para fortalecer la identidad y el sentido de pertenencia.
Las plataformas digitales pueden ayudar a crear espacios en los que las comunidades compartan sus historias mediante vídeos, podcasts y otros formatos, y convertir la narración de historias en una forma de celebrar la cultura, conectar generaciones y fomentar la resiliencia. Freire (2005, p. 83) nos recuerda que «el diálogo es indispensable para el acto de cognición que desvela la realidad». Aplicado al PCI, esto significa escuchar verdaderamente a las comunidades, fomentar su creatividad y apoyar políticas públicas que respeten su ritmo, sus significados y sus formas de vida.