¿Alguna vez has notado cómo la cultura se manifiesta de diferentes maneras en tu comunidad? Algunas partes son fáciles de ver, como los festivales y las celebraciones. Otras están más ocultas, y se encuentran en los hábitos cotidianos, los gestos, los conocimientos y las palabras transmitidas a lo largo del tiempo. Esto es lo que el patrimonio cultural inmaterial (PCI) pretende reconocer.
Las categorías del PCI no son estrictas ni fijas. Más bien, ayudan a las comunidades a identificar lo que valoran en su vida cultural. La Convención de la UNESCO (2003) enumera cinco áreas principales:
Tradiciones y expresiones orales
Historias, canciones, proverbios y leyendas compartidas en reuniones familiares o comunitarias, incluidos los idiomas.
Expresiones artísticas
Danza, música, teatro y otras tradiciones escénicas.
Prácticas sociales, rituales y eventos festivos
Celebraciones de la cosecha, bodas y festivales religiosos.
Conocimientos y prácticas relacionados con la naturaleza y el universo
Métodos agrícolas, remedios herbales o formas de interpretar el clima.
Artesanía tradicional
Fabricación de cestas, cerámica, tejidos, herramientas e instrumentos musicales.
Estas áreas a menudo se combinan de formas ricas y complejas. Una sola fiesta puede incluir música, baile, narración de cuentos y conocimientos rituales, todo al mismo tiempo. Estos se vuelven aún más poderosos cuando se cuentan a través de historias personales, como una bordadora que aprendió de su abuela o un pescador que canta viejas canciones sobre las mareas. Las historias ayudan a revelar el significado más profundo detrás de estas tradiciones, uniendo la emoción y el conocimiento.
El objetivo no es solo encajar las prácticas en categorías, sino honrar lo que la propia comunidad considera significativo. Como dice Freire (2005): «la enseñanza comienza con la escucha». Proteger el PCI también significa escuchar, respetar y crear juntos un significado compartido.